La Musicoterapia ayuda a cubrir las carencias existentes en los diferentes tipos de personas que presentan necesidades especiales y circunstancias de carácter diverso, por lo que precisan la adquisición de logros educativos y/o terapéuticos para conseguir mayor autonomía.

viernes, 10 de febrero de 2012

La Fundación Musicoterapia y Salud en BILBAO

Ha pasado una semana desde la Presentación de la Fundación  en Bilbao. Una vez preparados los videos del evento (se pueden ver en este blog), queremos agradecer la colaboración de los ponenetes y del músico Asier Polo. Así mismo agradecer la participación de todos los que nos acompañasteis ese día y los que en los sucesivos estáis simpatizando con nuestros proyectos. 
Gracias además a los colaboradores de la Fundación Musicoterapia y Salud por todo el trabajo hecho para sacar adelante este trabajo.

María Jesús del Olmo, Aittor Loroño y Alicia Loroño, patronos de la Fundación.

jueves, 9 de febrero de 2012

Labores de la FUNDACIÓN

Este artículo es publica el 7 de Febrero de 2012 en 

La musicoterapia avanza a pasos gigantes. La fundación Mussa crea sistemas para el alzheimer, autistas, niños, etc.

La musicoterapia es el uso de la música y sus elementos musicales (sonido, ritmo, melodía y armonía) realizada por un musicoterapeuta, en un proceso creado para facilitar, promover la comunicación, las relaciones, el aprendizaje, el movimiento, la expresión, la organización y otros objetivos terapéuticos relevantes, en seres humanos de cualquier edad, sexo o condición.
Esta terapia sirve para satisfacer las necesidades físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas de la persona. La musicoterapia tiene como fin desarrollar potenciales o restaurar las funciones del individuo de manera tal que éste pueda lograr una mejor integración intra o interpersonal y consecuentemente una mejor calidad de vida a través de la prevención, rehabilitación y tratamiento.
Nuestro estado de ánimo lo asociamos muchas veces a una melodía-triste o alegre- o a una canción u obra de todo tipo. Pues bien, precisamente la musicoterapia recurre a estas melodías como método para curar o reducir diversos problemas de salud.

La musicoterapia actúa como motivación para el desarrollo de autoestima, con técnicas que provoquen en el individuo sentimientos de autorrealización, autoconfianza, autosatisfacción y seguridad en sí mismo. Por ejemplo el canto con o sin improvisación y los coros que proporcionan además el sentido de no sentirse más sólo sino junto a otros iguales. La voz es un arma poderosísima.
La herramienta sonora más poderosa según muchos terapeutas del sonido es el canto. A través de nuestras propias voces, podemos proyectar a la parte enferma sonidos armónicos propios, y devolver a la mente su frecuencia normal. Según John Beaulieu, la entonación de escalas afecta incluso al flujo de la ‘Kundalini’ de las tradiciones místicas. Tema muy relacionado con los mantrams tibetanos realizados para limpiar los chakras y despertar su energía para alcanzar el equilibrio espiritual y físico.
Así, la Enfermedad mental era resultado de un desorden armónico o musical y la música tenía el poder de restablecer la armonía perdida.
* Platón: creía en el carácter divino de la música, y que ésta podía dar placer o sedar.
* Aristóteles: fue el primero en teorizar sobre la gran influencia de la música en los seres humanos. A él se debe la teoría del Ethos, una palabra griega que puede ser traducida como la música que provoca los diferentes estados de ánimo.
Estas teorías se basaban en que el ser humano y la música estaban íntimamente relacionados, por ello cada melodía era compuesta para crear un estado de ánimo a Ethos diferentes.
El ritmo, elemento básico, dinámico y potente en la música, es el estímulo orientador de procesos psicomotores que promueven la ejecución de movimientos controlados.
En diferentes países, tradiciones y leyes, que pueden ser comunes (Dinamarca, Alemania, Suiza, Inglaterra...), fue al principio aplaudida; tolerada (como en Francia y algunos países de tradición latina) o prohibida en otros.
Pero hoy todos la aplauden y se han desarrollado carreras de grado y post-grado en: Europa (Alemania, Austria, Dinamarca, Italia, Francia, Finlandia, Hungría, Polonia, Reino Unido y España); Asia y Oceanía (Korea, Israel, Tailandia, y Australia) y el Continente Americano (Estados Unidos, Canadá, Brasil, Colombia, Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Uruguay, Perú, Argentina, México y Chile).
España ha sido un país que tradicionalmente se ha mantenido más pegado a lamedicina tradicional en todos los ámbitos. Eso ha dependido en gran parte de las condiciones sociopolíticas en que ha vivido el país desde los años 20 a los 80, prácticamente. No se distinguió en el impulso y desarrollo de esta Terapia (como de otras a las que hemos hecho alusión con motivo de su oficialización), y se limitó a determinados estudios, pruebas experimentales o desempeño privado de algunas personas.
En Barcelona surgió en 1976 la Asociación de Musicoterapia con el Profesor Dr. Joan Obiols Vié. También alcanzó pronto fama el de la Universidad Católica de Valencia, la Universidad Autónoma de Madrid y las de Extremadura. Aunque los vascos a un lado y otro del Pirineo, nacieron cantando y sus navegantes llevaron su música hasta la Polinesia, la musicoterapia no se desarrolló a nivel internacional sino a nivel individual. Pero a partir de los 80 el Centro de Investigación Musicoterapeutico de Bilbao se distinguió con ideas nuevas, casi desde sus inicios, bajo la dirección del polifacético y famoso Aitor Loroño, médico homeópata y músico capaz de interpretar cualquier melodía con casi todos los instrumentos conocidos. Y aplicarlo para terapias a pacientes de Alzheimer y patologías similares.
Las metodologías de trabajo han variado de acuerdo a la población y a las escuelas y grupos teóricos que fundamentaron el quehacer del musicoterapeuta.
La musicoterapia en Euskadi: el nacimiento de la Fundación Mussa
El Centro de Investigación Musicoterapeutica de Bilbao (CIM), fue uno de los primeros en ofrecer postgrados en musicoterapia en España, como título propio no homologado. Y animó a la Fundación Mussa, que nacio hace más o menos un año, por la necesidad de contar con una entidad jurídica que gestionase las prácticas y los proyectos de los alumnos de Bilbao y otros centros, una vez que su formación ha finalizado.
Es lógico que se necesiten aquí musicoterapeutas titulados… Si se quiere que la musicoterapia clínica se integre en el tejido sanitario del país.
La Fundación Mussa ha presentado estudios que demuestran que la musicoterapia aumenta la tolerancia al dolor, disminuye el estrés y mejora la calidad de vida del paciente”, cuenta Loroño.
Como hemos dicho, lo que falta es dinero. Nadie da dinero para estas terapias, ni organizaciones médicas ortodoxas, ni siquiera las universidades. La sociedad solo da dinero si quieres demostrar algo a nivel científico, lo cual deshumaniza la asistencia. Los pacientes están por delante de la ciencia que solo ve la medicina convencional”.
Las actividades de Mussa se refieren mucho a la música para los pacientes de la 3ª edad, los que sufren alzheimer y otras enfermedades similares. Se distingue en esa actividad el centro Sanitas Residencial de Barakaldo que acoge sesiones de musicoterapia clínica enmarcadas en el proyecto Hathos de la Fundación Mussa. Trabajan en grupos de cuatro a seis personas y en sesiones de 40 minutos. Los pacientes entran a la sala mirando los instrumentos musicales con recelo y curiosidad.
Nadie indica cuándo empezar y acabar. No hay pautas ni guión, solo la música que fluye y transfigura los rostros de los ancianos que, al menos por un rato, olvidan el limbo de olvido al que les ha condenado el Alzheimer.
El musicoterapeuta a cargo de la sesión comienza pidiéndoles que cierren los ojos mientras toca una mansa melodía con su guitarra. Se acerca a cada participante tarareando su nombre al son de la música y los ojos de los participantes se iluminan a través de la niebla que empaña su memoria.
El tratamiento geriátrico de Mussa busca la acción activa-participativa, de ahí que el siguiente paso sea repartirles instrumentos, la mayoría de percusión, para improvisar melodías. Los ancianos, apagados al inicio de la sesión, se incorporan en sus sillas y se implican en el ritmo. Cuando el musicoterapeuta toca los acordes de una melodía al final se ven lágrimas de recuerdo en sus mejillas. La terapia actúa contra el olvido.

La propia presidenta de Mussa, María Jesús del Olmo, se formó en el CIM y trabajó duro para allanar el camino. Su tesis doctoral sobre el efecto de la música en los recién nacidos, demostró ante un tribunal científico la gran mejora que experimentaban los niños con su técnica musical. Creó un best seller.
Todos son chequeados antes y después de cada sesión y todos salen más relajados y animados, con sus constantes vitales mejoradas y la mente más lúcida. El efecto puede que al principio sea pasajero, pero conforme pasa les dura más y más. Y les mantiene algo fundamental para ellos: la ilusión, siempre la ilusión.
La musicoterapia hunde sus raíces en la Grecia antigua y luego en la edad media para autosilenciarse varios siglos y aparecer de nuevo a partir de la guerra europea
El germen del proyecto Hathos lo explica Carlos, un profesional con 20 años de experiencia en musicoterapia con niños autistas y ancianos con alzhéimer y demencia senil: “La naturaleza no verbal de la música, íntimamente ligada a nuestro subconsciente, facilita la comunicación y estimula la capacidad de evocar”. Diversas investigaciones clínicas también demuestran esta influencia beneficiosa sobre la salud física y psicológica de los pacientes con enfermedades crónicas como la fibromialgia, a quienes va dirigido el proyecto Euterpe, en colaboración con el Hospital de Cruces de Bilbao”.
Algunas técnicas las utilizan los médicos o paramédicos, fisioterapeutas, músicos, ascetas
A menudo las técnicas son preventivas, y se basan en la relación de confianza con el paciente, siendo la expresión de una búsqueda personal y de un marco de la atención que está fuera de los límites de la medicina moderna.
Se basan generalmente en hipótesis que han sido convalidadas con la experiencia. Se desarrollan como un complemento o alternativa a la medicina convencional. La idea de base es reconocer que gran parte de las enfermedades tienen su origen en el cerebro, quien luego transmite a una parte del cuerpo un estímulo determinado que reproduce una enfermedad. Con la musicoterapia se intenta hacer llegar al cerebro unos estímulos que le lleven a una relajación o anulación de los que reproducen la enfermedad. Eso se pretende lograr a través de melodías con las que se puede contrarrestar los efectos negativos generados por la mente.
La terapia de la música es vieja como el mundo, pero el mundo no conoce apenas la musicoterapia. Eso, de ser una terapia muy o poco científica es diferenciar los métodos de investigación y separar los buenos de los malos, según hayan sido o no aprobados por una calificación universitaria oficial. Se puede responder que la Medicina alternativa tiene todos los títulos de la Universidad de la Vida. La medicina convencional no es reconocida por muchos científicos, en particular los pertenecientes al movimiento escéptico moderno. Sin embargo el ‘British Medical Journal’ contesta a ese tipo de críticas diciendo que las medicinas alternativas han probado de sobra su eficacia sobre gran número de enfermedades’
El término medicina alternativa es el término adoptado por la Comisión Europea para calificar las terapias alternativas que son objeto de un reconocimiento cada vez mayor en Europa desde la década de los 90.
El Parlamento Europeo pidió a los gobiernos miembros que -según el informe Lannoye- las organizaciones profesionales defendieran el ejercicio de sus colegas terapeutas, pero por lo que sea todo quedó en vía muerta ... sino de los propios terapeutas. Y ocurre que las medicinas alternativas suben y suben de precio, por falta de ayudas y de control.
También utiliza el término medicina alternativa, medicina complementaria, medicina natural, medicina dulce o medicina holística a veces (porque algunos pretenden tratar el cuerpo como un todo).
Se basan en la tradición o en algunas prácticas antiguas que han surgido, en general, en el siglo XIX pero antes de la llegada de la medicina basada en evidencia, losmedicamentos convencionales no se consideraban como científicos.
Aunque la musicoterapia ya se conoce desde la antigüedad, en los años 40 se empezó a utilizar como rama de medicina de rehabilitación o recuperación, que con efectos fisiológicos, afectivos y mentales, contribuían a un equilibrio psicofísico de la persona. Hoy se aplica sobre todo en desequilibrios nerviosos, influye positivamente sobre el corazón y pulmones, alcoholismo, drogas y sirve como prevención de suicidios, aunque sería necesario estudiar más a fondo este tema.
El esquema básico de trabajo en esta disciplina contempla tres aspectos: la interacción positiva del paciente con otros seres, la autoestima y el empleo del ritmo como elemento generador de energía y orden que nos brindan el sonido, el ritmo, la melodía, la armonía.
El ritmo, elemento básico, dinámico y potente en la música, es el estímulo orientador de procesos psicomotores que promueven la ejecución de movimientos controlados.
¿Qué hace un musicoterapeuta?
‘El musicoterapeuta es un artista o, si quieren, un profesional con unos conocimientos y una identidad tanto en el ámbito musical como en el temperamental, psicológico y (al final) terapéutico, que pretende promover o restablecer la salud de las personas con las que trabaja.
Puede así satisfacer sus necesidades físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas y promoviendo cambios significativos en ellos’. (Definición de K. Bruscia, 1997, ‘Musicoterapia’).
Así como la creación clínica tiene gran importancia para concebir canciones y tener la técnica vocal terapéutica, entre otros, en ese proceso, el musicoterapeuta promueve y registra cambios expresivos, receptivos y relacionales que dan cuenta de la evolución del tratamiento.
La musicoterapia no considera que la música por si misma pueda curar; no existen recetas musicales generales para sentirse mejor.
La Edad Media, y el desarrollo posterior de la musicoterapia a partir de la guerra europea
En la Edad Media destacan dos teóricos, en primer lugar San Basilio, que escribió una obra titulada ‘Homilía’, donde destacaba que la música calma las pasiones del espíritu. Y el segundo Severino Boecio, su obra más importante se llama ‘De instituciones Música’, donde retoma la doctrina ética de la música que señalaba Platón.
El teórico que mejor sintetiza la teoría del Ethos fue un jesuita llamado Athanasio Kircher, que en su obra de 1650 titulada ‘Misurgia universal’ o arte magna de los oídos acordes y discordes, diseña un cuadro sistemático de los efectos que produce en el hombre cada tipo de música.
Desde la zooterapia a la aromaterapia tenemos a mano medicinas alternativas para casos ordinarios o desesperados. ¿Por qué no usarlas?
Se empiezan a estudiar los efectos de la música sobre el organismo, pero desde un punto de vista científico. Destacan varios médicos: El francés Louis Roger o los ingleses Richard Brocklesby y Richard Brown, este último escribió una obra llamada ‘medicina musical’. Enfocó sobre todo la influencia de la música en las enfermedades respiratorias estableciendo que el cantar en si perjudicaba en casos de neumonía y de cualquier trastorno inflamatorio de los pulmones. Pero exceptuaba su uso en los enfermos de asma crónica, demostrando que si cantaban, los ataques se espaciaban más en el tiempo.
Ya en 1846 el médico Héctor Chomet escribió el tratado ‘la influencia de la música en la salud y la vida’, donde analizaba el uso de la música para prevenir y tratar ciertas enfermedades.
El psiquiatra francés Esquirol y el médico suizo Tissot indicaron que en mayor o menor medida, la música alejaba a los enfermos de sus dolencias, salvo en el caso de los epilépticos, donde estaba contraindicada.
Por entonces destacó un médico catalán llamado Francisco Vidal Careta, quien realizó una tesis doctoral titulada ‘La música en sus relaciones con la medicina’.
Decía que ‘la música es un agente que produce descanso, un elemento más social que el café y el tabaco, que deben olvidarse y establecerse en cambio orfeones y conciertos populares de música clásica, que habría que montar orquestas en los manicomios’.
La aplicación científica de la música como terapia, renació en la primera Guerra Mundial (1914-1918), los músicos tocaban en los hospitales de combatientes americanos que venían desde el otro lado del Atlántico. Karl Orff decía que la creatividad unida al placer de la ejecución musical permitía una mejor socialización del individuo y un aumento de la confianza y la autoestima.
La carrera de musicoterapia entra en algunas Universidades
Un año clave es 1950, con la fundación de la ‘National Association for Music Therapy’ en los Estados Unidos que se encarga de promover congresos, editar materiales, y son los primeros en promover la carrera de musicoterapia en la universidad.
El ejemplo de la primera asociación de terapia musical se dispara y empiezan a aparecer asociaciones en muchos países como Italia, España, América latina, destacando las de Brasil, Uruguay, Perú o Argentina. El primer congreso mundial de musicoterapia se celebra en París en 1974. Desde entonces, el desarrollo de la musicoterapia ha tenido un gran crecimiento.
La música contribuye a
- Reforzar la autoestima y la personalidad mediante la autorrealización.
- Elaborar pautas de conducta.
- Liberar la energía reprimida y conseguir el equilibrio personal a través del ritmo.
- Desarrollar capacidades del intelecto como la imaginación, la memoria, la atención, la comprensión y la agilidad mental.

Fuente: http://es.globedia.com/musicoterapia-avanza-pasos-gigantes-fundacion-mussa-crea-sistemas-alzheimer-autistas-ninos

La Fundación Musicoterapia y Salud en El País


Investigadores del sonido

La Fundación Mussa lucha para que la musicoterapia clínica se integre en el tejido sanitario español y se reconozca como categoría profesional





Que la música tiene la capacidad de generar respuestas emocionales en el ser humano es un hecho indiscutible. La diferencia entre una actividad musical cualquiera y la musicoterapia es que esta última trabaja a partir de los sonidos del paciente, de su musicalidad y sus vivencias. Así, el ritmo se asimila a lo biológico, la melodía a lo emocional y la armonía al intelecto y a la lógica. Resulta complejo de explicar incluso para Aitor Loroño, médico homeópata y musicoterapeuta que lleva muchos años luchando para que esta disciplina se abra un hueco en el tejido sanitario español.

Aitor Loroño toca piano, acordeón, flauta, percusión y “menos cantar”, lo que le echen. Viene de familia de músicos, estudió Medicina y lleva toda su vida sintetizando los dos conceptos. Desde 1986 dirige el Centro de Investigación Musicoterapeútica de Bilbao (CIM), uno de los primeros en ofrecer postgrados en musicoterapia, todos ellos títulos propios no homologados. El único máster oficial en España se imparte en la Universidad Católica de Valencia. La Fundación Mussa, de la que Loroño es vicepresidente, nació hace un año precisamente por esa necesidad de contar con una entidad jurídica que gestionase las prácticas y proyectos de los alumnos de Bilbao y de otros centros una vez finalizada su formación.


La presentación oficial de Mussa tuvo lugar el pasado jueves en el Conservatorio Superior de Música de Bilbao con la colaboración del violonchelista de la Orquesta Sinfónica de Euskadi, Asier Polo. Sobre la mesa, dos objetivos claros: conseguir financiación para los dos proyectos que tienen en marcha, Hathos y Euterpe, y avanzar hacia el reconocimiento de la profesión en toda España. Actualmente, solo Cáceres reconoce la figura del musicoterapeuta como una categoría profesional. Uno de los responsables extremeños de Sanidad impulsó la iniciativa después de que su hijo autista recibiese tratamiento con musicoterapia.

La propia presidenta de Mussa, María Jesús del Olmo, se formó en el CIM y trabajó duro para allanar el camino. Primero introdujo la musicoterapia en la Universidad Autónoma de Madrid, dentro de la facultad de Medicina, y después logró un convenio de colaboración con el madrileño Hospital de la Paz. Su tesis doctoral versó sobre el efecto de la música en los recién nacidos, y demostró ante un tribunal científico que sus constantes vitales, cardiacas, de temperatura y oxigenación mejoraban con la música.
El germen del proyecto Hathos lo explica Carlos, un profesional con 20 años de experiencia en musicoterapia con niños autistas y ancianos con alzhéimer y demencia senil: “La naturaleza no verbal de la música, íntimamente ligada a nuestro subconsciente, facilita la comunicación y estimula la capacidad de evocar”. 

Diversas investigaciones clínicas también demuestran esta influencia beneficiosa sobre la salud física y psicológica de los pacientes con enfermedades crónicas como la fibromialgia, a quienes va dirigido el proyect o Euterpe, en colaboración con el Hospital de Cruces.
La Fundación Mussa ha presentado estudios que demuestran que la musicoterapia aumenta la tolerancia al dolor, disminuye el estrés y mejora la calidad de vida del paciente”, cuenta Loroño: “Hemos tratado de recabar financiación pública, pero es complicado. La sociedad solo da dinero si quieres demostrar algo a nivel científico y eso deshumaniza la asistencia. Los pacientes están por delante de la ciencia abanderada por la medicina convencional”.

-----------------------

‘Hathor’, la música que evade del olvido

Nadie indica cuándo empezar y acabar. No hay pautas ni guión, solo la música que fluye y transfigura los rostros de seis ancianos que, al menos por un rato, olvidan el limbo de olvido al que les ha condenado el Alzheimer.
 Una vez por semana, el centro Sanitas Residencial de Barakaldo acoge sesiones de musicoterapia clínica enmarcadas en el proyecto Hathos de la Fundación Mussa. Trabajan en grupos de cuatro a seis personas y en sesiones de 40 minutos. Epi y Matilde, casi veteranas, aguardan sentadas e inquietas que comience la sesión de hoy. Para Celes, Dora, Consuelo y Valdo es el primer día, y entran a la sala mirando los instrumentos musicales con recelo y curiosidad.
El musicoterapeuta a cargo de la sesión comienza pidiéndoles que cierren los ojos mientras toca una mansa melodía con su guitarra. Se acerca a cada participante tarareando su nombre al son de la música y los ojos de los participantes se iluminan a través de la niebla que empaña su memoria.
El tratamiento geriátrico busca la acción activa-participativa, de ahí que el siguiente paso sea repartirles instrumentos, la mayoría de percusión, para improvisar melodías. Los ancianos, muy apagados al inicio de la sesión, se incorporan en sus sillas y se implican en el ritmo. Cuando el musicoterapeuta toca los acordes del bolero Bésame mucho, Matilde se arranca a cantar y una lágrima rueda por la tez arrugada de Dora. Epi, con una gran sonrisa, mueve sus dedos como si tocase el piano.
Todos son chequeados antes y después de cada sesión y todos salen más relajados y animados, con sus constantes vitales mejoradas y la mente más lúcida. El efecto les dura lo que dura la nieve sobre el asfalto ahí fuera. Pero todos tienen ilusión por repetir la próxima semana.